13/8/16

Flevit super illam / Lloró por ella

Enrique Simonet: Flevit super illam, 1892        
 

Jesús avista Jerusalén desde las colinas cercanas y, antes de entrar, llora por ella.
 
Jesús podría llorar por las faltas de sus habitantes, por la futura destrucción del Templo y de la ciudad, incluso por la condena cruel que Le espera. Así podría ser para uno que sabe lo que viene: Que no quedará piedra sobre piedra.
 
Pero Jesús llora sobre todo porque siente y comparte la condición de sus habitantes. Están llamados a lo alto, pero viven en un cuarto oscuro. Perdidos en el tráfago diario y en la noria de las emociones, donde no hay salida ni se encuentra eso que con tanto afán buscan.
 
Ya sabe que no reconocerán lo divino que Él lleva.
Y Jerusalén somos nosotros. Visión y ceguera.
 
Todo gira en torno a abrir otros ojos.

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